Un día Mindfulness

Práctica 1. Un día Mindfulness

Cuando te despiertes por la mañana, antes de salir de la cama… observa plenamente cinco respiraciones. Al levantarte y ponerte en pie, registra los cambios en tu postura. Hazte consciente del modo en el que se sienten tu cuerpo y tu mente cuando pasas de estar de la postura tumbada a sentada, y después observa los movimientos del cuerpo en el proceso de ponerse en pie y caminar.

Durante tu aseo personal… Date cuenta de qué pensamientos pasan por tu mente. Si son planes de lo que tienes que realizar, alguna preocupación, si anticipas posibles situaciones, si son recuerdos en torno a algo que ocurrió el día o días anteriores y cavilas sobre posibles soluciones, etc. Hazte consciente de lo que ronda tu mente, y vuelve a centrar tu atención en el presente: en la sensación del agua recorriendo tu cuerpo, en los sonidos y sensaciones que percibes: la temperatura del agua, el tacto, el silencio, etc.  

Al desayunar…  Saborea con conciencia plena los alimentos. Puedes sentir gratitud por tener esos alimentos que necesitas y disfrutarlos como si fuese la primera vez que lo haces. Toma conciencia de todo el camino que han recorrido esos alimentos: desde que fueron cultivados, crecieron gracias a los nutrientes de la tierra, el calor del Sol, el agua y los cuidados de alguien…hasta llegar a tus manos y tus sentidos.

Mientras camines al salir de casa y a lo largo del día… Siente la planta de los pies. Observa tu postura: el contacto de tus pies con el suelo, la brisa en tu cara, brazos y piernas cuando andas. No camines de forma automática, acompasa tus pasos a tu respiración, inhala mientras das dos pasos (o tres si vas más deprisa) y exhala cada dos o tres pasos.

Mientras conduces o viajas en algún transporte… relaja las tensiones que puedas empezar a acumular. Observa tu espalda, la mandíbula, el entrecejo, etc. a prontas horas de la mañana.

Cuando esperes de pie tu turno en una fila… calma tu mente centrándola en el presente. Observa desde tu columna vertebral, hasta tus hombros y tu cuello. Lleva la atención hacia la elevación y descenso de tu abdomen cada vez que respiras. Aprovechar la espiración para soltar… deja ir las tensiones musculares.

En tu puesto de trabajo… Cuídate. Planifica tus tareas del día en función de su importancia. Permítete descansar entre tarea y tarea, observa tu postura corporal en varias ocasiones, ¿puedes detectar qué actitud encarnas con tu postura? ¿interés, concentración, aburrimiento, agobio, enfado, distracción, apertura, positivismo? Observa varias respiraciones, corrige tu postura y evita tensiones innecesarias que pueden convertirse a medio plazo en dolores o contracturas.

Al hablar o interactuar con otras personas… Escucha a los demás con plena atención, empatizando con lo que dicen y demostrando comprensión. Transmite paz a tu interlocutor: habla despacio y con educación, exponiendo lo que sientes y piensas de una forma asertiva.

Cuando estés realizando alguna actividad…  Centra la atención en lo que estás haciendo. Lleva la conciencia plena a cada una de las actividades que realizas con una mente abierta y curiosa, dejándote sorprender por los detalles de las sensaciones que estés experimentando. Ya sea limpiarte los dientes, lavarte las manos, peinarte, ponerte el calzado, caminar, pasear al perro, etc.

Una vez en la cama, antes de dormirte… Deja ir cualquier preocupación. Cierra la puerta de la conciencia a cualquier contenido que no tenga que ver con el presente. Para ello observa cinco respiraciones con plena conciencia. Observa cómo el aire se expande por todo tu cuerpo, siente el frescor de las sábanas, el calor que va acumulando tu cuerpo, el descanso de tus músculos que se van relajando…